El cáncer de próstata es uno de los más diagnosticados en los hombres alrededor del mundo, y uno de los tres primeros en ser causa de mortalidad; es uno de los cánceres que está muy vinculado a la edad y que en sus etapas iniciales no suele presentar síntomas, por lo que es importante realizarse revisiones periódicas para poder detectarlo en sus etapas iniciales, en donde puede ser tratado, y en muchas ocasiones curado.
La próstata es un pequeño órgano que tiene aproximadamente el tamaño de una nuez, y que es exclusivo del aparato reproductor masculino. Su principal función es la producción del líquido seminal, un fluido que protege y transporta a los espermatozoides; se encuentra situada en la base del pene, justo debajo de la vejiga y delante del recto, rodeando a la uretra, que es el conducto que transporta la orina y el semen a través del pene.
El desarrollo del cáncer en esta zona está relacionado con varios factores de riesgo, aunque uno de los más determinante es la edad avanzada. En aproximadamente un 75 por ciento de los casos se presenta en los hombres que son mayores de 65 años; otros de los factores de riesgo está relacionado con la genética, así como una dieta rica en grasas, especialmente si son grasas animales, así como con el consumo excesivo de alcohol y la exposición a ciertas sustancias tóxicas, como pueden ser el cadmio y el plomo.
Como mencionamos, en sus etapas iniciales el cáncer de próstata normalmente no presenta síntomas, es por ello por lo que es muy importante que se realicen chequeos de manera periódica de la próstata, para así poder detectarlo de forma precoz. Los chequeos anuales de próstata se recomiendan a partir de los 45 a 50 años, aunque si existen antecedentes en su familia de primer grado deben ser antes, alrededor de los 30 años. Un chequeo completo consta de tres partes: una ecografía abdominal, una exploración con tacto rectal y una analítica.
Cuando el padecimiento en la próstata se encuentra ya en una fase avanzada, se pueden presentar algunos síntomas, sin embargo estos no son exclusivos del cáncer, por lo que también se pueden relacionar con otros padecimientos; es por ello por lo que deben acudir de manera inmediata con un especialista para una evaluación y un diagnóstico oportuno.
Entre los principales síntomas se pueden mencionar la lentitud al inicia la micción (el proceso de orinar), goteo o escape de orina, un chorro urinario lento, requerir de mucho esfuerzo al orinar, la incapacidad de vaciar toda la orina, sangre en la orina o en el semen, ganas repentinas de orinar y dolor al orinar. En casos aun más avanzados, pueden experimentar dolor o sensibilidad ósea, en especial en la región lumbar y en los huesos de la pelvis.
Para diagnosticar el cáncer de próstata antes de que presentes síntomas, la primera prueba que debe realizarse es un análisis de sangre. En este examen se determinan los niveles de Antígeno Prostático Específico (PSA), que es una sustancia proteica sintetizada por las células de la próstata y cuya función es la disolución del semen. Sin embargo, esta sustancia no es específica del cáncer, puesto que también se asocia con la hiperplasia prostática benigna, una patología benigna, pero es un motivo para realizar otras pruebas.
Los siguientes procedimientos para avanzar en el diagnóstico del cáncer son el tacto rectal y una ecografía. Si la superficie rectal se presenta dura e irregular, las probabilidades de que sufran de cáncer son mayores. Con el fin de confirmar o descartar si se trata de este padecimiento, se realiza una biopsia y se analiza la muestra para comprobar si existen células cancerígenas, aunque en la actualidad, para reducir las biopsias se han desarrollado nuevas técnicas genéticas que ayudan a analizar los riesgos de cáncer, de forma que solo se realice la biopsia en caso de riesgo elevado.
En la biopsia se determina el grado de Gleason, que se mide en una escala del uno al diez y determina el grado de rapidez con la que el cáncer se propagará. Cuanto mayor sea el grado, más probabilidad de que el cáncer se propague de forma agresiva, por lo que se analizan más profundamente para determinar si se han diseminado. Para ello, se realizan otros exámenes, como una resonancia magnética.
En caso de sufrir de cáncer prostático, su médico especialista determinará cuál es el tratamiento adecuado, con base en la edad y en dónde se encuentra localizado, así como si ya ha comenzado a propagarse o no. Si el cáncer sólo se localiza en la próstata, el tratamiento más común es la vigilancia activa, una intervención quirúrgica y la braquiterapia prostática, una técnica de la radioterapia que se aplica de manera local en la próstata.
Hoy en día, las tendencias de tratamiento tienden a ser menos agresivos que hasta hace algunos años; esto se debe a que un 80 por ciento de los hombres con cáncer de próstata de baja agresividad y localizados sobreviven más de diez años sin la aplicación de algún tipo de tratamiento y, ya que es una enfermedad que frecuentemente aparece en una edad avanzada o en pacientes con otras enfermedades, el mejor camino a tomar es el de seguir controles estrictos y no realizar de entrada ningún tratamiento activo.
Pero, cuando el tumor se ha extendido a otros órganos, los tratamientos más frecuentes son la hormonoterapia y la quimioterapia para reducir y tratar de eliminar el cáncer. Sin embargo, cualquiera de los tratamientos tiene poca efectividad si no se realiza un diagnóstico precoz de la enfermedad y se trata lo más pronto posible.
Para realizarse su evaluación anual, o si presentan alguno de los síntomas asociados con el cáncer de próstata, acudan de inmediato con los médicos de Unidad de Urología, donde somos especialistas en el diagnóstico y tratamiento de todo tipo de padecimientos urológicos. Nuestro personal se compone por un grupo de profesionales multidisciplinarios altamente capacitados con certificación internacional, con una amplia experiencia y gran trayectoria. Agenden una cita vía telefónica para que eviten complicaciones y cuiden de su salud.