Cirugía para laparoscopia

La cirugía para laparoscopia, también conocida como cirugía mínimamente invasiva es una técnica especializada para la realización de los procedimientos quirúrgicos. Anteriormente, esta técnica de intervención quirúrgica únicamente era utilizada para realizar las cirugías ginecológicas y de la vesícula biliar, pero durante la última década el uso de esta técnica se ha ampliado cada vez más en la medicina, y en la actualidad es una de las más utilizadas para diversos procedimientos, principalmente en la zona abdominal.

Las primeras laparoscopias fueron practicadas por el Dr. Heinz Kalk durante la primera mitad del siglo XX; poco a poco se realizaron más técnicas a través de la laparoscopia, como las biopsias o las mínimas intervenciones, hasta que en 1977 se realizó la primera extracción de apéndice por laparoscopia.

Las técnicas mínimamente invasivas, como la laparoscopia, han permitido que el postoperatorio de los pacientes sea más corto y menos doloroso, por lo que no necesitan tomar tantos medicamentos para el dolor y los hospitales se ahorran costes, ya que los pacientes requieren de una estancia hospitalaria más corta. También disminuye el número de infecciones en el postoperatorio.

La diferencia que tiene con las técnicas tradicionales de las cirugías es que, el cirujano, en vez de realizar una sola incisión en la zona abdominal para visualizar los órganos y realizar la cirugía, con la técnica laparoscópica se usan varias incisiones que van de medio a un centímetro. Cada incisión es denominada “puerto”; en cada puerto se inserta un pequeño instrumento de tipo tubular, conocido como trocar.

Para realizar el procedimiento quirúrgico, a través de cada uno de los trocares se pasan los instrumentos especializados y una cámara muy pequeña de fibra óptica, conocida como laparoscopio. Cuando se inicia el procedimiento, se infla la zona a operar con un gas, que por lo regular se trata de dióxido de carbono (CO2) para que los cirujanos tengan un mayor espacio de trabajo y visibilidad en la zona.

El laparoscopio transmite imágenes de la zona a operar, con la mejor resolución a los monitores de video que se encuentran en el quirófano. Durante la operación, el o los cirujanos observan las imágenes detalladas del área intervenida en el monitor para realizar el procedimiento indicado. Este sistema permite que el cirujano realice las mismas operaciones que en las cirugías tradicionales, pero sin realizar una gran incisión, sino con las incisiones más pequeñas, que tardan menos en sanar y tienen un proceso de recuperación más rápido.

En la cirugía para laparoscopia, en ocasiones, dependiendo del procedimiento, el cirujano puede elegir un tipo de puerto especial, que está diseñado para ser lo suficientemente amplio como para insertar una mano. Cuando se usan este tipo de puertos, la técnica quirúrgica es llamada laparoscopia “asistida con la mano”. En esos casos, la incisión necesaria para un puerto para mano es más grande que las demás incisiones de laparoscopia, sin embargo, siguen siendo más pequeñas que la requerida para una cirugía tradicional.

En comparación con la cirugía tradicional, en este procedimiento los pacientes sienten menos dolor, tienen un periodo de recuperación más breve y hay menos cicatrización con la cirugía. Por lo que representa una gran ventaja para los pacientes. Además, como mencionamos, la mayoría de las cirugías que se realizan de manera tradicional se pueden realizar con esta técnica.

A pesar de que anteriormente existía una gran preocupación por la seguridad de este tipo de cirugía, en la actualidad, varios estudios en los que han participado cientos de pacientes con varias enfermedades han demostrado que es un procedimiento totalmente seguro, aunque como con toda cirugía, siempre existen riesgos de complicación que varían dependiendo del procedimiento a realizar.

El riesgo de toda operación lo determina en parte la naturaleza de la operación específica, así como la salud general de la persona, y otros problemas médicos también son factores que afectan el riesgo de cualquier intervención quirúrgica. Los pacientes deben hablar con el cirujano acerca de su riesgo en particular para alguna operación.

Existen tres tipos de cirugía para laparoscopia, la exploratoria o diagnóstica, la quirúrgica y la experimental. La laparoscopia exploratoria o diagnóstica sirve para observar de forma directa una zona interior del cuerpo. En estas no se opera nada y sólo se emplean para poder determinar un diagnóstico para después indicar un tratamiento, se suele hacer cuando otras pruebas y exámenes no han sido útiles o no se han podido realizar, así como cuando se debe tomar una biopsia.

La laparoscopia quirúrgica es la que más se ha desarrollado en los últimos años, y con ella se pueden realizar operaciones quirúrgicas que son cada vez más complicadas. Por su parte, la laparoscopia experimental se le llama a las que practican técnicas quirúrgicas por primera vez para comprobar si es posible realizarlas en un futuro.

Los padecimientos que tienen tratamientos más novedosos usando esta técnica quirúrgica son los urológicos, los cuales afectan a los riñones, las vías urinarias, la vejiga, la próstata y las demás partes del sistema urinario, tanto en hombre como en mujeres. Si ustedes sufren de un padecimiento urológico que requiere de una intervención quirúrgica y desean que sea hecha mediante esta técnica, acudan con un especialista en urología para una evaluación y determine si puede realizarse.

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